Desde la primera vez que oí comentar, hace ya bastante tiempo, que las empresas podrían destruir sus facturas en papel y sustituirlas por una imagen escaneada del documento mi relación con la digitalización certificada se ha movido entre el amor y el odio, entre la alegría y la decepción, según pasaba el tiempo y comprobaba que los legisladores españoles no están a la altura y que la modernización de las empresas e Instituciones todavía tiene un largo camino por delante, a remolque de una legislación que no avanza a la velocidad deseable.
Como no quiero dar un discurso pesimista y mucho menos la sensación de que estoy en contra de una medida que va en la dirección adecuada, es decir, la modernización de las empresas, la agilización de los trámites, la reducción de la burocracia… todo ello con el inexcusable fin de mejorar la productividad de nuestro maltratado país, he decidido dividir este interesante asunto en tres entradas: una de introducción (ésta), otra con los argumentos a favor y otra con las consideraciones negativas, no de la idea, que es perfecta, sino de la ejecución, la legislación y la dura realidad.
El problema, como tantas veces, es que una idea magnífica y esperada por “todos” se ha llevado a la práctica, esto es, se ha “reglamentado”, muy mal. Y los errores son de tal calibre que han malogrado el resultado final. De momento. Porque estoy convencido de que antes o después la “oficina sin papeles” triunfará, la firma electrónica se impondrá y la aceptarán incluso los jueces (que en estos temas avanzan, cuando lo hacen, tan desesperadamente lentos) y hablaremos de esta época de transición como algo pasajero.
Sin más preámbulos, paso a la primer parte: digitalización certificada, sí, ya, por supuesto.
[…] (no leas esta entrada sin leer antes la anterior) […]
[…] Aquí tampoco hay dudas: la famosa “digitalización certificada de facturas”. Ya he comentado anteriormente que la legislación es desastrosa y que más que favorecer la destrucción del papel parece que […]
[…] de cada documento (factura) algo totalmente innecesario que destroza la productividad (como ya he comentado hace […]