Estaba escribiendo una entrada sobre arquitectura pero he decidido volver a hablar del «cloud computing» para descargar un poco mi frustación.
Este blog está en «la nube». Esa nueva tecnología que va a revolucionar la forma de usar los ordenadores, que va a acabar con Microsoft y las aplicaciones «de escritorio». Y eso tiene algunas ventajas: ahora escribo desde mi casa, mañana desde la oficina y el otro día desde Expopyme, en un hotel de Pamplona. Además no me preocupo del disco duro en el que se guardan los textos, ni del antivirus, del mantenimiento…no me cuestan nada…
Todo eso está muy bien. Pero hace unos minutos, mientras escribía la otra entrada, parece que decidieron hacer lo mismo otros millones de blogeros, o Telefónica estaba cambiando un cable, o yo que sé. El caso es que cada vez que cambiaba de página le costaba sus buenos 20 ó 30 segundos. Y al insertar una imagen se quedó colgado, perdiendo unas líneas. Y al actualizar la entrada me quedé otros 30 segundos esperando a que la maldita nube se decidiera a contestarme.
Cuando estás tomándote una caña con los amigos 30 segundos se pasan volando. Si lees una novela, ni te cuento. Pero a las 7 de la tarde, en la oficina, delante de la pantalla, esos 30 segundos son mucho tiempo. Y si se repiten cada pocos minutos son muy molestos, por decirlo suavemente.
Ahora vamos a imaginar la situación: le acabas de montar un estupendo programa de gestión documental al cliente, después de un esfuerzo comercial importante. Empieza a guardar documentos, y a recuperarlos. Y empieza a tardar. Tú entretienes al cliente dándole conversación, pero él tiene la vista fija en la pantalla… que no se actualiza. Los segundos se hacen eternos. Aporrea el teclado (lo que siempre provoca problemillas adicionales difíciles de explicar). Te mira y tú le explicas que sus ficheros «están bajando de la nube».
No, no me gusta la situación. Siempre hay que ponerse en el lugar del cliente y darle lo que necesita y no utilizar argumentos técnicos para justificar los problemas. Justo lo contrario que leo una y otra vez en los artículos sobre «cloud computing».
Así que, me reafirmo: ventajas, las tiene. Usos en los que es lo más adecuado, los hay. Pero a mis clientes habituales (PYMES que no tienen la conexión de Internet de la NASA), les recomiendo un servidor bien cerca, con un buen cableado de red y que disfruten de la inmediatez de un servidor en red local. Lo de la nube, ya veremos, cuando las conexiones en España sean tan buenas como las aceras y rotondas del plan E.
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